Entre más públicas y abiertos/as seamos desde nuestros perfiles en línea y ocupemos la Internet cada vez más con nuestras voces, estamos más propensas a ser víctimas de violencia en cualquiera de sus formatos, desde acoso, extorsión, difusión de material no consentido, amenazas, control en línea y otras formas que abordaremos más adelante para poder reconocer y categorizarlas. Los ataques hacia las personas y/u organizaciones feministas, activistas, defensoras, son mecanismos deliberados de censura de parte de las esferas de poder.
Para enfrentarnos a la violencia en línea, debemos trabajarlo a través de un acercamiento holístico de la problemática; es importante pensar desde el bienestar psico-social de las personas que son víctimas de violencia, hasta los mecanismos de respuesta con los que contamos de manera personal y también organizacional para hacerle frente, y la capacidad de denuncia a través del conocimiento de las leyes de cada país en el que sucede la violencia. Si bien las herramientas para trabajar la seguridad digital son de vital importancia, la sororidad y acompañamiento conjunto entre compañeras es fundamental para la contención de este tipo de casos.
Tomar control sobre nuestra información, nuestros procesos digitales, es la forma más subversiva para hacerle frente a la violencia sistemática dirigida hacia mujeres y colectivos. La resiliencia como habilidad para recuperarnos y la agilidad de reponernos y aprender nuevas prácticas de seguridad son clave en los entornos de amenazas cambiantes. La clave es construir bienestar integral para todas las personas y nuestras compañeras, y sólo podemos lograrlo a través del fortalecimiento de nuestras capacidades colectivas.