La construcción de agendas políticas sin la participación activa de la ciudadanía suele derivar en propuestas desconectadas de las necesidades reales de la población. Sin embargo, incluir a la comunidad no garantiza automáticamente éxito: el cómo se hace marca la diferencia entre una agenda realmente inclusiva, legitimada y acompañada, y una simple consulta simbólica.
Este contenido presenta casos concretos de buenas y malas prácticas en procesos participativos, analizando qué los hizo funcionar (o fracasar). Está dirigido a ustedes como liderazgos que buscan evitar errores comunes y adoptar metodologías efectivas para construir agendas con incidencia real.