Después de convocar, planear y ejecutar un espacio participativo, llega el momento de recoger lo vivido, ordenarlo y transformarlo en algo más que memoria: en insumo para la acción política. La sistematización es muchas veces subestimada, vista como un asunto técnico o administrativo. Pero en realidad, es el puente entre la participación y la toma de decisiones. Sin ella, las voces que participaron corren el riesgo de perderse o, peor aún, de ser distorsionadas.
En términos políticos, sistematizar es reconocer que la ciudadanía habló con seriedad, que lo dicho tiene valor, y que ese valor merece ser tratado con rigor, cuidado y transparencia. Para liderazgos que quieren construir agendas programáticas colectivas, este momento es esencial para consolidar propuestas que realmente representen a la comunidad.
- ¿Qué significa sistematizar políticamente?
Significa traducir los aportes ciudadanos en categorías, propuestas, diagnósticos o líneas de acción que permitan diseñar una agenda con sentido. No se trata solo de hacer una relatoría, sino de identificar patrones, priorizar demandas, interpretar tensiones y reconocer consensos. Aquí comienza a tomar forma la propuesta política.
- Formatos diversos para distintos públicos
No todas las sistematizaciones deben ser documentos extensos en PDF. Si queremos que las personas se reconozcan en lo que dijeron, debemos usar múltiples lenguajes: relatorías gráficas, mapas colectivos, nubes de palabras, videos cortos. El interés en dar a entender habla de cuánto valoramos lo que se dijo.
Por ejemplo, en un proceso rural, puede ser más efectivo devolver la información en una cápsula de audio o una imagen compartible por WhatsApp que en un informe escrito. En un consejo comunitario, puede bastar con una cartilla impresa en papel periódico. Sistematizar es también traducir políticamente.
- Tecnología con sentido político
En zonas con acceso digital, herramientas como hojas de cálculo colaborativas, plataformas de análisis de datos o incluso inteligencia artificial pueden ayudar a clasificar y visualizar la información. Pero la tecnología debe estar al servicio de la participación, no reemplazarla ni excluir a quienes no tienen acceso. En zonas rurales o desconectadas, la digitalización manual —por ejemplo, ingresando los aportes recogidos en papelógrafos a una base de datos física o digital— sigue siendo clave.
- Evitar la captura del proceso
Claro que la sistematización es una labor que deben realizar los cargos técnicos o asesores políticos, eso garantiza la selección de las propuestas con más sentido. Después de eso, es cuando la ciudadanía tiene derecho a saber cómo se interpretan. Conviene socializar la primera versión de la sistematización con algunas personas o colectivos participantes para validar, corregir y enriquecer.
- Tiempo, voluntad y estrategia
Sistematizar bien requiere tiempo, energía y una estrategia clara. No es solo recoger, es procesar. No es solo resumir, es priorizar. Y no es solo organizar, es darle sentido político a la escucha colectiva.
En resumen, la sistematización es donde la voz ciudadana se vuelve propuesta, donde la escucha se vuelve dirección, y donde la participación se transforma en programa.
Preguntas clave que sí o sí debes hacerte al momento de sistematizar:
- ¿Qué tipo de insumos recogimos y cómo los vamos a procesar? ¿Grabaciones? ¿Actas? ¿Tarjetas? ¿Mapas? ¿Necesitamos convertir formatos físicos a digitales?
- ¿Quién está a cargo de la sistematización y con qué criterios? ¿Esa persona o equipo entiende el enfoque político del proceso? ¿Tiene sensibilidad territorial?
- ¿Qué categorías o ejes van a organizar la información? ¿Las definimos antes, durante o después del encuentro? ¿Estamos abiertos a que emerjan nuevas?
- ¿Qué formatos usaremos para la sistematización? ¿Uno solo (informe técnico)? ¿Varios (gráfico, video, documento, audio)? ¿Están pensados para quienes participaron?
- ¿La ciudadanía podrá validar o retroalimentar lo sistematizado? ¿Vamos a compartir una versión preliminar? ¿Hay mecanismos para que se reconozcan en lo recogido?
- ¿Tenemos una estrategia para convertir lo recogido en una propuesta política? ¿Quién interpreta, prioriza, redacta? ¿Cómo se vuelve parte de nuestra agenda?
- ¿Estamos documentando no solo lo dicho, sino también lo vivido? ¿Hubo emociones, gestos, silencios, conflictos? ¿Cómo los registramos y qué nos dicen?
La sistematización es el acto final de escucha. No es el cierre del proceso, sino la semilla de la propuesta que viene. Cuando se hace con cuidado, respeto y sentido político, fortalece el vínculo con las comunidades y permite construir agendas que nacen del territorio, no del escritorio.
Autor:
Santiago Velasco Gordillo, Historiador y Politólogo de la Universidad de los Andes. Coordinador territorial Nodo Centro en Extituto de Política Abierta.