Contenido del curso
Construcción de tu propia agenda política
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Buenas y malas prácticas en la construcción de agendas con la ciudadanía
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Profundización de agendas políticas
En esta etapa, transformaremos sus agendas políticas en herramientas poderosas de representación, alineadas estratégicamente con los objetivos de sus campañas y con las necesidades reales de los distintos actores sociales.
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Creación de contenido programático para campañas políticas

    La ejecución de un espacio participativo es el momento donde todo lo que se pensó, diseñó y convocó se vuelve realidad. Es, en muchos sentidos, el punto de no retorno: lo que suceda ahí marcará la relación entre el liderazgo político y la ciudadanía. Por eso, más que un evento logístico, la ejecución es una escena de la política en vivo, donde se juega la confianza, la legitimidad y la posibilidad de construir comunidad.

    No importa cuán bien se haya planificado: en la ejecución siempre aparecen tensiones inesperadas. Personas que no estaban previstas llegan. Las voces más dominantes intentan acaparar. La energía del grupo sube o baja. Surgen preguntas difíciles. Aquí, el liderazgo político se pone a prueba: ¿escucha? ¿cuida? ¿sabe cuándo ceder el centro y cuándo sostener el propósito?

    La ejecución no es simplemente “llevar a cabo una agenda”, sino abrir un espacio donde todas las personas convocadas puedan aportar con sentido. Eso implica varias decisiones fundamentales:

    1. Cuidar el ambiente del encuentro

    Las personas participan más y mejor si se sienten en un espacio seguro. La disposición del lugar, la cercanía del lenguaje, la presencia de quienes facilitan y la acogida inicial marcan el tono. Pequeños gestos —saludos, reconocimiento de saberes locales, reglas claras de participación— ayudan a crear un ambiente horizontal.

    1. Aplicar metodologías vivas

    No basta con tener una presentación o hacer una ronda de intervenciones. Las metodologías deben permitir que las personas se escuchen, trabajen en grupos pequeños, prioricen temas, visualicen ideas. Esto puede implicar usar mapas colectivos, matrices, relatorías gráficas, tarjetas, encuestas en tiempo real o incluso dinámicas teatrales. Lo importante es que la forma promueva la participación sustantiva, no solo la presencia física.

    1. Facilitar con conciencia política

    Quien modera tiene un rol político clave: no solo organiza el tiempo, sino que debe cuidar que las voces no se concentren, que las tensiones se tramiten con respeto y que el grupo avance hacia acuerdos o conclusiones. La facilitación no es neutral: debe tener un compromiso activo con la inclusión, el equilibrio y la construcción colectiva.

    1. Dar espacio al conflicto

    En espacios participativos reales, los desacuerdos no son un problema: son una oportunidad para construir política de verdad. La ejecución debe estar preparada para contener diferencias, incomodidades o reclamos legítimos. No todo debe resolverse de inmediato, pero todo debe tener lugar.

    1. Asegurar condiciones materiales

    Nada sabotea más un espacio que el hambre, el cansancio o la incomodidad. La ejecución también es cuidar el cuerpo colectivo: alimentación, descansos, baños limpios, agua, tiempo para respirar. Participar no puede sentirse como un castigo.

    1. Registrar lo vivido

    Durante la ejecución, es importante no solo “tomar nota”, sino capturar los aportes de formas accesibles. Algunas propuestas: relatoría gráfica, fotos (con consentimiento), grabaciones, frases clave en papelógrafos. Registrar es una forma de reconocer que la palabra ciudadana tiene valor.

    En síntesis, la ejecución no es un trámite: es el corazón del proceso. Es donde la promesa de participación se vuelve experiencia compartida. Y si se hace bien, fortalece la relación entre ciudadanía y liderazgo más allá del espacio mismo.

    Preguntas clave que sí o sí debes hacerte antes y durante la ejecución:

    • ¿He creado un ambiente de confianza y apertura desde el primer momento? ¿Cómo saludo? ¿Cómo recibo las opiniones diversas?
    • ¿Las metodologías que estoy usando permiten participación real? ¿Se escuchan entre sí las personas? ¿Trabajan juntas? ¿Priorizan colectivamente?
    • ¿La moderación está siendo equilibrada e inclusiva? ¿Se están cuidando los tiempos? ¿Se están visibilizando todas las voces?
    • ¿Estoy preparado para contener conflictos o tensiones sin evadirlos? ¿Tengo estrategias para tramitar desacuerdos sin que escalen?
    • ¿La logística está funcionando y cuidando a quienes participan? ¿Hay agua, comida, descansos, baños? ¿El espacio es accesible?
    • ¿Estamos documentando los aportes de forma comprensible y respetuosa? ¿Hay relatoría clara? ¿Se están recogiendo insumos útiles para seguir el proceso?
    • ¿Me estoy permitiendo ajustar el plan si algo no está funcionando? ¿Tengo margen para improvisar con sentido político?
    • ¿Estoy escuchando de verdad? ¿Estoy presente no solo con el cuerpo, sino con la voluntad de transformar?

    La ejecución es la escena viva de la política participativa. Cuando se hace bien, no solo se recoge información: se cultiva comunidad, se construye legitimidad, se genera potencia colectiva.

    Autor:

    Santiago Velasco Gordillo, Historiador y Politólogo de la Universidad de los Andes. Coordinador territorial Nodo Centro en Extituto de Política Abierta.